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Tal y como dice el título, esta historia la publiqué en primera instancia, hace varios años atrás, en mi primer blog (alojado en «Blogspot», servicio ofrecido por Google en ese entonces…). A modo de preservar lo que alguna vez escribí, la publico acá, para el deleite de Uds., en una versión remasterizada, para darle continuidad y argumento a la vida de James Neo Mason, mi alter-ego literario.
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Iba caminando por la calle tranquilamente. Los autos y las micros pasaban, sin mostrar nada que fuese inusual. Todo se veía de cierta forma muy normal, cotidiano. Nada apuntaba a que se fuese a interrumpir la tranquilidad de aquella mañana.
James, quien se encontraba actualmente disfrutando de sus merecidas vacaciones luego de todo lo acontecido en sus últimos casos, paseaba tranquilamente por las calles de Silent Plain, fumando su pipa de tabaco con vainilla como acostumbraba hacer, mirando a sus alrededores por si fuese a ocurrir algo que pudiese captar su atención e interrumpiera su paseo matinal. De pronto, frente a la cuadra por la que se encontraba caminando, ocurrió algo casi imperceptible, fue una cosa de segundos prácticamente, por lo que no alcanzó a percatarse del todo sino hasta cuando dirigió sus ojos hacia el lugar. Alcanzo a ver a una mujer corriendo, mientras en el suelo yacía al parecer, el cuerpo de un hombre. Algo grave ha sucedido al parecer. Iré a ver que pasó —pensó—. Cruzó la calle y se dirigió a ver de qué se trataba. Al llegar al lugar de los hechos, notó casi inmediatamente que el hombre ya no mostraba signos de vida. Lo revisó y supo que ya no tenía pulso, sus ojos estaban semi-abiertos, mirando hacia arriba, y su rostro poseía una expresión de dolor. Su cuello evidenciaba marcas de extrangulamiento por alguna cinta o algo similar.
—¿Alguien aquí puede decirme que sucedió? —preguntó a los que se acercaban y miraban con asombro o curiosidad aquel cuerpo inerte que yacía en la cuadra de la calle Midwich—. ¿Alguna persona conoce a la mujer que corría hace unos minutos por aqu?
—Yo sólo paseaba señor por acá, cuando llegué y lo vi allí —dijo entre nervios y asombro un tipo
—Yo vi que la señorita que salió corriendo estaba detrás de él, luego de eso corrió enérgicamente hacia la calle Bradbury, y se perdió—respondió una señora, que aparentaba ser de avanzada edad, señalando con su mano hacia el susodicho lugar—, pero ¿quién es Ud., para preguntar esas cosas? —le preguntó, algo prepotente
—Perdónenme por mi descortesía, soy el detective James, aquí esta mi placa —dijo él, mientras sacaba del bolsillo de la chaqueta su insignia—. He sido asignado a esta localidad para investigar casos sin resolver o sucesos extraños, entre otros —continuó, mientras sacaba un cuadernillo de notas para escribir ideas, datos, entre otras cosas—. Necesito saber todo tipo de detalles sobre lo que ocurrió aquí en este lugar, y por favor, que alguien de Uds. llame a una ambulancia o avise a la policía local —dijo, mientras tomaba fotografías y comenzaba a tomar apuntes sobre lo acontecido.
A lo que arribó la ambulancia para llevarse el cadáver a la morgue, para su posterior 05autopsia e informe forense, James ya había tomado el testimonio de cada persona presente, y las notas necesarias para hacerse una idea aproximada de lo que había acontecido en aquella tranquila mañana, en la calle Midwich. Según los testigos, podría tratarse de una especie de atraco o de un tipo de venganza, ya que la victima no traía ningún tipo de documento de identificación consigo en su billetera, pero conservaba sus pertenencias de valor, como su reloj, dinero, celular y demases. Extraño —pensó—. Si hubiese sido un asalto común y silvestre, al menos podría haberle arrebatado sus pertenencias, pero si sólo le sustrajo la billetera para quitarle sus documentos, entonces no se trata de un asalto ordinario cualquiera, debe haber algo mas aquí que se me está escapando y aun no me he dado cuenta de qué pueda ser. Y lo mas terrible es que nadie posee alguna pista de quién podría ser la mujer que le sustrajo los documentos a este caballero —concluyó, por el momento.
James se dirigió así a su casa, pensando en las diversas alternativas que se le venían a la mente que pudiesen explicar de qué trataba todo este asunto. Mientras iba llegando a su residencia, la cual se ubicaba en la calle Elroy, vio una silueta a la distancia, la cual llamó su atención. Dentro de sí, algo le decía que tal vez esa persona tenía algo que ver en todo esto. Caminó hacia donde se encontraba ubicada, con la idea en mente de intercambiar algunas palabras, y al irse acercando a ésta, notó que se trataba de una mujer joven, de aspecto sencillo y descuidado, quien se encontraba parada en medio de la cuadra, frente a la casa donde él residía, y se encontraba mirando hacia la distancia. Tenía un aire de ser una mujer apacible, y en cierto modo, encajaba con las características de la presunta asesina fugitiva de aquella mañana.
—Señorita, me gustaría hablar con Ud. si me lo permite. Soy el detective James, y ando investigando un extraño caso de asesinato ocurrido esta mañana en la calle Midwich… ¿Sabe algo al respecto? —le pregunto mientras enseñaba su placa.
—N-no señor, nada, no se nada, perdón por no serle de utilidad, discúlpeme… —le dijo, algo inquieta— …estaba algo distraída… ¡adiós! —exclamó, con una voz sutil y nerviosa. Luego se fue caminando en una manera un tanto extraña, que daba la impresión de que en su mente algo pasaba. Poseía un mal temple, como si estuviese triste o deprimida por algo, ya que caminaba con la cabeza baja y mirando hacia el suelo todo el tiempo. James decidió seguirla con su vista, mientras se alejaba a lo largo de la cuadra, hasta que se desapareció. Al rato después, entró a su casa. Estaba algo exhausto, pero un tanto animado a la vez, ya que lo que se suponía serían vacaciones tranquilas y aburridas, se habían transformado inesperadamente en un caso que demandaba ser resuelto. Se sirvió un vaso de whiskey añejo, y se sentó en su sillón a reflexionar y analizar la situación, mientras repasaba una y otra vez las notas y testimonios que había tomado durante la mañana. Su equipo comenzó a sonar —lo había dejado cargando—, y mientras se dirigía a responder lo, tocaron el timbre de su residencia. Contestó su celular, para luego darse cuenta con rabia, que se trataba de una grabación sobre una promoción de tarifa rebajada para su número, así que depositó el celular en un mueble, y corrió hacia la puerta para ver de quién se trataba, con la esperanza de que aún estuviese allí, fuera quien fuere. Instantes después, y para su gran sorpresa, se encontró cara a cara con aquella mujer que había visto parada enfrente de su casa horas antes, así que la invitó a pasar, con la idea en mente de que tal vez ella podría decirle algo acerca del extraño suceso que había pasado en la mañana.
—Tome asiento por favor. ¿Su nombre es? —le preguntó, mientras preparaba la grabadora para grabar su confesión, y la ponía en la pequeña mesa que tenía frente a los sillones y sitiales para recibir visitas.
—Me llamo Nadia, señor —dijo en un tono delicado, sentándose en un sitial y cruzando sus piernas—. Soy profesora de Psicología, en el instituto Midwich
—Señorita Nadia, ¿Ha venido hasta acá para confesar algo acerca de lo acontecido esta mañana en Midwich? —preguntó James, mientras tomaba asiento en un sillón que se encontraba frente a ella.
—Sí señor… yo sé que fue lo que pasó… yo lo vi todo casi —afirmó, mientras movía su pie izquierdo, haciendo círculos en el aire
—Muy bien, expláyese entonces al respecto —le dijo James.
—Todo empezó esta mañana a eso de las 10. Yo me dirigía hacia la escuela Midwich, a dar mis respectivas clases de Psicología, cuando divisé a este señor y la que debe haber sido su mujer, pareja, amante o qué se yo, a su lado. Lo único que sé es que iban caminando muy juntos. Ella le iba diciendo cosas al oído, mientras él intentaba ignorarla, o al menos eso parecía, entonces, de un momento a otro, la tipa le metió su mano al bolsillo trasero de su pantalón, y le arrebató su billetera, luego vino otra persona, que venía caminando frente a ellos, se devolvió y lo ahorcó con algo que no supe qué era, y posteriormente salieron huyendo. ¡Eso es todo lo que pude ver, créame! —exclamó, un poco nerviosa
—Está bien, su confesión ha sido de mucha ayuda, y le agradezco que haya podido decirme todas estas cosas, las cuales van a ayudarme a resolver tan macabro caso de asesinato —le dijo el detective
—¿Puedo retirarme ahora, señor James? —preguntó Nadia, mordiendo su labio inferior, en señal de ansiedad— tengo algunos asuntos pendientes por terminar, y no tengo mucho tiempo disponible que digamos… —se incorporó del sitial en el que se encontraba sentada
—Adelante, no le quitaré mayor tiempo —respondió él, mientras le dirigía hacia la puerta de su casa—. Espero charlar con su persona nuevamente. Si llegase a saber algo más acerca de esto, no dude en llamarme —señaló James, mientras giraba para coger de un cajón una tarjeta de contacto para entregarle a la Srta. Nadia. En ese instante en que se dio la vuelta, sintió una fuerte presión en su cuello, como si alguien tratase de ahorcarle. Haciendo un enorme esfuerzo, trató de agarrar primero lo que le estaba presionando la garganta (una especie de correa delgada al parecer), pero la presión era tal, que no podía introducir sus dedos debajo de ésta, para evitar que se siguiera sofocando. La sangre en su cabeza comenzó a acumularse, los ojos le palpitaban, sentía un gran dolor en la laringe, y comenzaba a perder el conocimiento. A modo de instinto desesperado por salvarse, empezó a retroceder con fuerza hacia la pared más cercana, para quitarse de encima a quien le estuviese ahorcando, tratando de aplastarle contra ésta. Aquella persona, al darse cuenta de las intenciones de James, interpuso sus pies entre ella y la pared, impulsándose con éstos hacia él, para amortiguar la fuerza que el detective ejercía cada vez que intentaba arremeter en su contra. A modo de recurso de última instancia, James agarró las piernas de la persona, las puso a los costados de su torso, por debajo de los brazos, y se dejó caer con todo el peso de su cuerpo hacia el suelo, en posición boca arriba, lo que provocó que quien le estaba tratando de matar, se diese un buen golpe en la nuca y soltara la correa con que estaba estrangulándole. Hizo el mayor de los esfuerzos para no caer inconsciente y perder su vida, respirando profundamente en un principio con mucha dificultad y tosiendo violentamente. Cuando se recuperó, volteó para saber bien de quién se trataba, y vio con asombro y horror que no era nada mas ni nada menos que Nadia, la extraña y sencilla mujer con la que se encontraba charlando hasta hace unos breves instantes atrás, salvo que esta vez, tenía una expresión diferente en su rostro, que daba claras señas de que no era la misma persona que había interrogado minutos atrás.
Luego de abalanzarse sobre ella para esposarle sus manos, le dió la vuelta y le propinó una bofetada para que tal vez con eso pudiese recuperar la consciencia pero no hubo caso. Fue a la cocina, cogió un vaso, lo llenó de agua, y se lo arrojó al rostro, para ver si la joven reaccionaba y recuperaba la consciencia. Al caerle el agua en su cara, abrió los ojos por unos momentos, y cayó en una especie de trance, quedando quieta y sumisa en un profundo silencio. James, consternado por toda esta situación, decidió tomar su celular y efectuar una llamada a la central de policía de Silent Plain, para informar sobre lo acontecido.
—James, definitivamente eres un gato con más de 7 vidas —le dijo un colega, en tono de broma.
—Mm… podría decirse que sí —asintió, a modo de sarcasmo—. Quiero que por favor investiguen los antecedentes de esta señorita, y me los hagan llegar lo más pronto posible a mi casa —prosiguió, en un tono serio—. Me retiraré por ahora, a seguir con mis «vacaciones interrumpidas» —soltó una leve carcajada—.
—Como gustes, James —respondió Richard—. Yo me encargaré de hacer los preparativos y papeleos necesarios, para que te compensen por toda esta experiencia que casi acaba con tu existencia terrenal —le puso una mano en el hombro—. Y esta vez, ¡descansa hombre!
—Tomaré en cuenta tu sugerencia, estimado. Espero que la próxima vez que nos volvamos a ver, sea en el MIST, disfrutando de un «cappucino vanilla» o algo por el estilo, en vez del BrokenSky, en una camilla.
—Al ritmo que vas, en una de esas se termina cumpliendo ese último «pronóstico». Así que tómatelo con calma mejor, de ahora en adelante —le extendió la mano—. Por ahora cuídate, descansa y nos vemos pronto, como dijiste, donde Barry. Ese café tendrá que esperar por ahora
—Está bien —dijo, estrechándole la mano—. Espero que los papeles lleguen lo antes posible. Cuídate también tú, Richard, y nos estamos viendo, en unos días más.
«Nadia, 21 años. Estado civil: Soltera…» —comenzó a leer James, mientras veía las fotos del expediente correspondiente a la joven—. «Desde pequeña, experimentaba episodios largos de dolores de cabeza intensos, los cuales la llevaron a pasar sus días de niñez y juventud internada en la Clínica Matheson hasta la edad de 17 años.
Diagnóstico: La paciente presenta un tumor cerebral inoperable, que podría causarle posibles trastornos mentales (…).
Según observaciones preliminares, no presenta mayores problemas por el momento, por lo cual se ha determinado que la paciente sea puesta en plena libertad para que haga su vida normalmente como cualquier civil, y se desempeñe dentro de la sociedad…» —prosiguió.
Al fin y al cabo no se trata de nada más ni nada menos que un caso de «doble personalidad» —reflexionó James, mientras bebía un sorbo de whiskey—. En resumidas cuentas, se podría deducir entonces, que quien tomó la billetera y asesinó a aquel hombre, no puede ser nadie más que ella misma… —concluyó, mientras observaba las llamas de su chimenea, que en esos momentos incineraban y consumían los recuerdos de tan horrible experiencia.
CONTINUARÁ